sábado, 24 de marzo de 2012

A propósito de Ratzinger


No podía dejar de aportar mis dos centavos al tema que está en boca de todos. Que venga a México el máximo representante de Dios en la Tierra me tiene sin cuidado, o mejor dicho, me provoca risa (y también nauseas). Solo un idiota (y vaya que son muchos) puede afiliarse y amparar su fe en una institución multimillonaria que paradójicamente asegura que el Reino de los Cielos es exclusivo de los pobres.

¿Debemos entender que si uno es de clase media o clase alta no podrá gozar de la vida eterna? Si eres católico, así es. Sin embargo, la oligarquía no tiene miedo de arder en el Infierno, todo lo contrario, está muy segura de que San Pedro les abrirá las puertas de oro gracias a que van a misa todos los domingos, almuerzan y compran joyas y coches último modelo a arzobispos y sacerdotes cuyas iglesias están ubicadas en barrios elegantes, construyen centros de rehabilitación para niños minusválidos (y luego los contadores de sus compañías transnacionales lo deducen de impuestos), entre otras lindezas.

Dirán misa las amigas católicas, apostólicas y romanas de mamá, el señor Ratzinger no ha venido porque le preocupe la ola de violencia que azota al país, tampoco vino a dar un aterciopelado mensaje de paz o a transformar por arte de magia en personas menos sanguinarias a los sicarios y narcotraficantes; el representante Dios en la Tierra vino a pasar la charola en las narices de sus seguidores, tal cual ha sido la capitalista costumbre desde Juan Pablo II, que con todo y su cara de ancianito bueno, palomas revoloteándole a un costado, encubrió a su amigo Marcial Maciel, pederasta y gurú de los Legionarios de Cristo.  

¡Calumnias! ¡Hereje! ¡Hombre sin fe! ¡Satanás! ¡Uay chivo! Ya los puedo escuchar. A la hora de hacerse a los ciegos, los católicos de eso piden su limosna. Ojalá que al igual que con Baritmeo, ocurra un último milagro y millones de creyentes abran los ojos y vean que el Vaticano no es más que una corporación que cotiza en la Bolsa, que al ver mermadas sus arcas a falta de clientela, ponen el dedo en el mapa (por lo general en países subdesarrollados) y se van de gira artística montando el circo que todos ya vimos.   

1 comentario:

Por Esto! dijo...

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